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El célebre físico Roger Penrose cree haber localizado remanentes de agujeros negros que datan de antes del Big Bang.

Una serie de anomalías luminosas que aparecen en ciertas imágenes de los científicos podrían ser restos de un Universo anterior. O por lo menos eso es lo que piensa Roger Penrose, el célebre físico de la   Universidad de Oxford  que a mediados de los sesenta explicó, junto a Stephen Hawking, cómo se forma una singularidad. Para Penrose, en efecto, esas extrañas espirales de luz serían restos de agujeros negros que lograron sobrevivir a la destrucción de un Universo que existió antes del Big Bang.

«Lo que afirmamos -explica Penrose- es que estamos viendo el remanente final de un agujero negro que se evaporó en el eón anterior». Junto a un grupo de colegas, el investigador británico acaba de publicar sus conclusiones en   Arxiv.org.

Penrose es uno de los padres de una teoría llamada «Cosmología Cíclica Conforme» (CCC), según la cual el Universo pasa por una serie infinita de ciclos (eones), durante los cuales primero se expande y después se comprime hasta convertirse de nuevo en un punto. Lo cual podría permitir que, bajo ciertas condiciones, la radiación electromagnética sobreviviera a la destrucción de un Universo para pasar a formar parte del siguiente.

Y esos restos «supervivientes» son precisamente los que Penrose y sus colegas creen haber identificado en el   Fondo Cósmico de Microondas  (CMB), la débil radiación residual del Big Bang que impregna por completo el Universo en que vivimos.

PUNTOS DE HAWKING
En su trabajo, los investigadores han bautizado a los círculos de luz que aparecen en las imágenes como «puntos de Hawking«, en honor al recientemente desaparecido físico británico. De hecho, fue precisamente Hawking quien predijo que los agujeros negros emitían pequeñas cantidades de radiación electromagnética, algo que con el paso del tiempo implicaba su completa evaporación.

Hasta ahora, nadie ha sido capaz de ver la «radiación Hawking», pero Penrose cree que ha logrado detectar claros signos de esa radiación sobrante de un Universo anterior. «Creo que Hawking habría estado encantado de ver en una observación real los efectos que él predijo», asegura Penrose.

Según el físico británico, los «puntos de Hawking» aparecen con claridad en un mapa creado por BICEP2, un radiotelescopio situado en el Polo Sur. En 2014, en efecto, BICEP2 se encontró con una serie de «remolinos» de luz polarizada en el CMB. El equipo de BICEP2 dijo que esos remolinos, conocidos como «modos B», fueron causados por las ondas gravitacionales de la inflación, el crecimiento del universo después del Big Bang. Pero Penrose y sus colegas tienen para ellos una explicación muy diferente.

Los investigadores se fijaron en un punto concreto del mapa de BICEP2, que aparece rodeado por un anillo de luz polarizada, lo que indica una gran diferencia de temperatura entre sus partes interna y externa. En su artículo, los físicos sostienen que se trata de campos magnéticos de agujeros negros de un Universo anterior, evaporados a través de la radiación Hawking.

Según la teoría CCC, toda la energía de un agujero negro que se evapora se comprimiría en un punto diminuto a medida que el universo se encogiera, antes de expandirse otra vez en un nuevo eón. No podemos ver los puntos de Hawking en los datos, dice Penrose, porque las mediciones del Fondo Cósmico de Microondas solo se remontan a 380.000 años después del Big Bang. Pero sí que podemos ver los anillos luminosos.

En su trabajo, Penrose y su equipo localizaron hasta 20 de estas áreas de aumento de temperatura en los mapas de BICEP2. Y creen que por lo menos una de ellas es un «punto de Hawking», aunque señalan que otras cuatro o cinco merecerían ser investigadas más a fondo.

EXPLICACIONES ALTERNATIVAS
Otros investigadores creen que las «señales» identificadas por Penrose admiten explicaciones alternativas, como que los círculos luminosos se deban, en realidad, a una simple curvatura de la luz al pasar cerca de algún objeto masivo.

Pero Penrose y su equipo se defienden diciendo que también utilizaron mapas del CMB hechos por el telescopio espacial Planck, anterior al BICEP2, para comprobar si los puntos anómalos también estaban allí. Y descubrieron, después de más de 4.000 simulaciones informáticas, que también estaban presentes.

«Esto significa –asegura Daniel An, uno de los firmantes del artículo- que esos puntos no surgieron por casualidad, sino como consecuencia de algún fenómeno físico». Lo cual apunta a que la teoría, y las observaciones de restos de un Universo anterior, son correctas.

Referencia bibliográfica:
Daniel An et al., 2018. Apparent evidence for Hawking points in the CMB Sky. Disponible en: https://arxiv.org/abs/1808.01740

27-08-18 | MIOD / ABC – España

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