Buenos Aires, 22 de agosto de 2018 - El puntapié inicial fue contundente: “Confiamos en que la comunicación pública de la ciencia y la tecnología y el periodismo científico especializado de calidad son tan relevantes como la propia investigación y el desarrollo tecnológico, ya que permiten acercar a la sociedad un insumo fundamental: el conocimiento”, dijo Susana Hernández, presidenta de AAPC y coordinadora del EPAC, organización que nuclea a más de 30 asociaciones de ciencia y técnica del país.
En un encuentro a sala completa, divulgadores, periodistas y científicos se reunieron con el propósito de intercambiar ideas y discutir propuestas acerca de las potencialidades y los desafíos que implica la profesión –y el arte– de comunicar conocimientos. Figuras de la talla de Ana María Vara, Carmelo Polino, Gabriela Vizental, Susana Gallardo y Gabriel Di Meglio, entre tantas otras, fueron de la partida en una jornada de puertas abiertas –y de entrada libre y gratuita– organizada por el Encuentro Permanente de Asociaciones Científicas y coordinada por la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, institución fundada en 1933 por el propio Bernardo Houssay.
Además, el encuentro fue co-organizado por la Red Argentina de Periodismo Científico y contó con la participación de muchos de sus miembros, además de investigadores vinculados con la Asociación Argentina de Investigadores en Historia, las universidades nacionales de Buenos Aires y Moreno, y el Conicet.
La actividad, denominada “Diálogo entre científicos y comunicadores”, fue conducido por el periodista y educador Ricardo Goldberger y estuvo dividida en tres bloques temáticos (con la exposición de once conferencias magistrales), más sus respectivos espacios de debate.
Además, como si fuera poco, también hubo tiempo para la distensión y para aflojar los músculos. Hacia el final, los presentes disfrutaron de una entrevista en vivo a cargo del referente Diego Golombek y, también, de un espectáculo de stand-up en la voz y la actuación de Nadia Chiaramoni.
Ciencia, ¿para quién?
En el panel inaugural “La investigación en comunicación científica” –moderado por Susana Gallardo, directora del posgrado en Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Buenos Aires (UBA)– los especialistas se concentraron en reflexionar sobre uno de los temas principales que subyace al campo de la comunicación pública de la ciencia: comprender cómo se producen las relaciones entre científicos y sociedad.
Desde aquí, los investigadores Carina Cortassa (Universidad Nacional de Entre Ríos), Carmelo Polino (Centro Redes) y Ana María Vara (Universidad Nacional de San Martín) expusieron sus ideas acerca de los obstáculos y desafíos que implica producir y comunicar ciencia ante públicos masivos; así como también discutieron sobre la presencia de los científicos en el espacio público y los niveles de consumo ciudadano de información científica.
El surgimiento del interés por la apropiación del conocimiento como temática relevante en el campo intelectual emergió a partir de la segunda mitad del siglo XX, con el objetivo de resolver la brecha entre ciencia y ciudadanía. Bajo esta premisa, y con ese telón internacional de fondo, los ponentes exhibieron diversos resultados provenientes de las encuestas nacionales de percepción pública de la ciencia (que se realizan desde 2003 en el país).
“De acuerdo a las categorías de análisis empleadas en las encuestas, se observa una mayor proporción de público atento en los países nórdicos y Europa, mientras en Latinoamérica prima el público no atento”, advirtió Polino. El propósito, por tanto, “es interpelar a los públicos en condiciones más desfavorables, esto es, reducir las brechas respecto a aquellos grupos que se presentan lejanos en cuanto a las distancias cognitivas y que no cuentan con posibilidades económicas de acceso a una educación en las ciencias”, completó.
A su turno, Cortassa sostuvo que a nivel general “la ciudadanía tiene un gran aprecio por la profesión científica y deposita su confianza en los investigadores; sin embargo, todavía resta trabajo para que la comunidad entienda al público como un agente cognitivo legítimo y de pleno derecho a una instancia de diálogo, interpelación y debate”.
Por último, como broche de este primer segmento, Ana María Vara abordó el conflicto que supone conceptualizar la incerteza respecto de lo desconocido y, en esta línea, propuso cuál debería ser el rol de los comunicadores. Desde la perspectiva de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología indicó que “el periodista debería ayudar a clarificar la controversia frente a la opinión pública, en términos de quiénes son los actores involucrados, qué intereses tienen, desde qué lugar hablan, cuál es la calidad del conocimiento científico producido y cuál es el conocimiento que falta producir”.
Y, desde aquí, si de comunicación se trata, nada mejor que abrir el paso para los especialistas en letras, semiología y análisis del discurso.
Rigurosidades y tecnicismos: hacia un lenguaje menos encriptado
El pulso del segundo panel “Los lenguajes de la ciencia” fue supervisado por el historiador Ariel Denkberg, quien ofició de moderador. A partir del enfoque que proponen las representaciones sociolingüísticas, los disertantes compartieron sus reflexiones acerca de las problemáticas que acarrean las formas del decir y las producciones de discursividades que inundan el escenario de la comunicación científica.
(Arr.) Las investigadoras Mariana Di Stefano, Silvya Nogueira y Susana Gallardo. (Ab. Izq). El periodista Ricardo Godberger fue el conductor de la jornada. (Ab. Der.) El especialista Carmelo Polino abordó el tema de la percepción pública de la ciencia.
¿A qué se refirieron los especialistas de la UBA Mariana Di Stefano, Susana Gallardo, Silvya Nogueira y Pablo Von Stecher? En concreto: a las rigurosidades, las precisiones léxicas y los tecnicismos presentes en los discursos de los especialistas que deben tenerse en cuenta al momento de compartir mensajes ante públicos masivos.
Di Stefano abrió el juego con una pregunta crucial: “¿Qué formación debe recibir un sujeto especializado en comunicación científica?”. Interrogante que le brindó el espacio para la elaboración posterior de algunas pistas al respecto: “Debe tener una actitud crítica y reflexiva, construir una imagen del público al cual se dirige, al tiempo que debe estar provisto de herramientas que le permitan analizar la práctica que lleva adelante”. En esta línea,“se deben formar profesionales criteriosos que tengan conciencia de los efectos que sus discursos producen”, subrayó.
En relación a ello, aunque haciendo un mayor énfasis en la concepción de la propia idea de ciencia que elaboran investigadores y comunicadores, Gallardo señaló: “Los científicos creen que lo fundamental de la comunicación de la ciencia se acota a la explicación de los términos técnicos y, en esa línea, suelen definirla como una ‘traducción’. Nosotros rechazamos esa idea, porque la tarea del comunicador de ciencia es mucho más amplia y compleja”.
Y en lo sucesivo, echó mano de su experiencia como periodista y planteó: “Hay algunos términos que necesitan una referencia explicativa, debido a que su significado científico puede ser ligeramente diferente al interpretado por el público y eso conduce a un error”. No obstante, en el afán de construir un discurso que tenga la virtud de ser atractivo al público sin resignar rigurosidad, destacó: “también pueden aprovecharse las metáforas o las analogías que, en general, funcionan muy bien para explicar procesos o fenómenos cuyos sentidos son de difícil transmisión”.
Nogueira afirmó, a partir de la experiencia en el blog “Scielo en Perspectiva”, la importancia de la brevedad, la precisión y la claridad que deben practicar los escritores científicos en distintos medios de difusión si lo que pretenden es despertar el interés de la ciudadanía. Desde esta perspectiva, “se deben modificar los procesos de escritura y evaluación; y, por otra parte, se debe reflexionar de una manera más profunda acerca del sistema de gestión y producción editorial, ya que resulta sorprendente la cantidad de tesis que se archivan por carecer de lectores”, apuntó.
Por último, Pablo Von Stecher centró su exposición en el abordaje de un ejemplo muy ilustrativo: la revista Ciencia e Investigación (1945-1955) editada por la AAPC. Su disertación repasó las dificultades que los editores encontraron para formular los contenidos en un lenguaje accesible a un público amplio (que fue el propósito original de la revista), y con ello sus consideraciones sobre las limitaciones expresivas de los científicos, pero también sobre los conflictivos rasgos que le atribuían al lenguaje del divulgador, en términos de sensacionalismo o espectacularidad.
¿Cómo disputar la agenda mediática?
La comunicación de las ciencias no es tarea sencilla. Sobre todo si se tiene en cuenta que la última novedad, fresquita, recién salida en el paper de turno debe sonar tan interesante como para conseguir disputar un espacio en la agenda mediática con el gol n° 1.000 de Messi en el Barcelona, el nuevo incremento de los precios de la nafta y el recital del “Indio” Solari en algún punto de Argentina. De hecho, cautivar al público –esto es, conquistarlo– a veces suele resultar una verdadera osadía.
En este sentido, en el tercer tramo, en un panel coordinado por Adriana Schottlender (Computadora científica, UBA) y Ricardo Goldberger (Tecnozona), los especialistas Gabriel Di Meglio, Víctor Ingrassia, Gabriela Vizental y Bruno Massare compartieron sus experiencias y los modos de sortear las problemáticas comunes que depara el ejercicio de la divulgación y el periodismo de nicho.
(Arr.) El panel protagonizado por los periodistas Bruno Massare, Víctor Ingrassia, Gabriela Vizental y el historiador Gabriel Di Meglio. (Ab. Izq.) Diego Golombek, minutos antes de entrevistar al nanotecnólogo Galo Soler Illia. (Ab. Der.) El cierre de Nadia Chiaramoni, utilizando el humor como vehículo para comunicar ciencia.
Desde su experiencia como ex director del Museo del Cabildo, Di Meglio hizo hincapié en la museología como herramienta para la divulgación histórica. Desde aquí, señaló que “es fundamental repensar las maneras de interpelar a alguien que piensa otra cosa desde el respeto pero también desde el conocimiento y la evidencia. En efecto, se trata de desmenuzar y desarticular los esencialismos nacionalistas y los mitos de origen”. Y hacia el final de su presentación resaltó la necesidad de “recuperar la capacidad de contar historias; de entretener a la vez que informar”.
Esta mirada que reivindica la centralidad de combinar información con entretenimiento fue rescatada por Gabriela Vizental (TV Pública) que, si bien en un principio expuso las potencialidades del lenguaje radiofónico y televisivo para comunicar noticias científicas, luego, narró las dificultades que tienen los periodistas de ciencia para sobrevivir en sus empleos. “Hoy es un momento difícil para las personas que trabajamos en los medios de comunicación y, a pesar de todo, hay que seguir apostando a que haya buena y valiosa información para el público de a pie porque es la única manera de salir adelante”. Asimismo, “el periodismo debería procurar que las personas busquen el conocimiento científico.
Cuanto más alfabetizados estemos en todos los temas, mejores ciudadanos seremos”, sentenció. Por su parte, los periodistas Víctor Ingrassia y Bruno Massare narraron cómo fueron sus experiencias de comunicación científica y tecnológica en espacios consolidados como el diario online Infobae y la Agencia de noticias TSS, respectivamente.
En este sentido, Ingrassia expuso las bondades de las ediciones de periódicos online, las estrategias de negocios empresariales, así como la importancia de incorporar imágenes y videos de calidad como paratextos que complementan la palabra escrita y ganan nuevos lectores.
Por su parte, Massare contó sus impresiones sobre los vacíos informativos y la manera en que propuestas novedosas como las de TSS pueden ser útiles para llenarlos de sentido. “La política tecnológica era un elefante en la habitación. Todos sabíamos que estaba pero nadie se hacía cargo.
Por ello, el objetivo de la Agencia fue comunicar las noticias del área, a partir de la reivindicación de los procesos de desarrollo, más allá del último celular o la última computadora. Buscábamos contar que la tecnología también es eso que nos ayuda a resolver problemas”.
Rigurosos pero no solemnes
El último segmento de la jornada estuvo a cargo de los investigadores, docentes y divulgadores Diego Golombek y Nadia Chiaramoni. Con el objetivo de descontracturar, y tras una intensa rutina de enriquecedores debates e iniciativas, brindaron una verdadera clase de cómo es posible comunicar ciencia de una manera lúdica y creativa.
En este afán, Golombek realizó una entrevista pública con el nanotecnólogo e investigador del Conicet Galo Soler Illia, para exhibir los cortocircuitos más frecuentes entre periodistas y científicos al momento de entablar una conversación para informar un hallazgo, un desarrollo, o bien, el último avance de un campo determinado de investigación.
cierre, Chiaramoni hizo lo suyo de la manera que mejor le sale: a partir del stand-up exhibió cómo el humor puede funcionar como herramienta viable para generar interés por la ciencia.
, como se debe, entre risas vertiginosas y atractivas propuestas, cerró un nuevo encuentro del EPAC. Fue el quinto y, para toda la comunidad científica y tecnológica del país, ya se convirtió en una sana costumbre.