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Los océanos regulan la temperatura y el clima, da trabajo y alimento, pero «su estado de salud es peligroso» y «no se le presta atención»

El científico britántico Arthur Clark fue claro: «¡Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano!». De hecho, el agua ocupa 361.000.000 km² ó 1.350 millones de kilómetros cúbicos ó el 71% de la superficie del planeta. Sin embargo, «no le hemos prestado la suficiente atención», denuncia Fran Saborido, investigador del Instituto de Investigaciones Marinas. «La situación de los océanos nunca ha sido tan peligrosa como ahora», advierte el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Un paciente que es un motor económico para muchas comunidades y el auténtico pulmón del planeta. En el Día Mundial de los Océanos, el estado de salud de casi las tres cuartas partes del globo pone en alerta a los gobernantes.

El pulmón del planeta
«Abarcan más del 75% de la superficie terrestre y producen el 50% del oxígeno del planeta». Esta es la tarjeta de presentación de los mares y océanos que les vale para colgarse el cartel de «los auténticos pulmones del mundo». Los ecosistemas verdes han sido el arma para luchar contra la contaminación, ahora las miradas se posan sobre la superficie marina, aunque la respuesta flota sobre el lecho de los océanos.

Los organismos responsables de que podamos respirar no se encuentran en las grandes masas forestales como, por ejemplo, la Amazonia, sino que están en las profundidades, concretamente en el nivel eufótico del océano, que puede alcanzar los 200 primeros metros de profundidad.

Entre medusas, tiburones y otros miembros de la fauna oceánica se encuentran millones de microorganismos autótrofos. Estos son los encargados de elaborar materia orgánica a partir de sustancias inorgánicas y que gracias a su trabajo fotosintético, estas microscópicas criaturas producen entre el 50 y el 85% del oxígeno que se libera cada año a la atmósfera.

Un proceso silencioso que permite generar cerca de 30.000 millones de toneladas de oxígeno en un ejercicio o lo que es lo mismo, «la mitad del oxígeno que se necesita para respirar», señalan algunas investigaciones científicas. Pero, su trabajo no queda ahí ya que capturan bajo el mar 10 gigatoneladas de carbono de la atmósfera.

Sin embargo, «estamos tratando muy mal a los mares y los océanos», alerta Saborido. «Nos acercamos a un punto de no retorno», revela Alexandra Cousteau, exploradora, cineasta y divulgadora científica.

El continuo crecimiento de las emisiones de dióxido de carbono está elevando la captura de ese CO2 por parte de los bosques marinos que provoca una acidificación de las aguas, que afecta a los ecosistemas.

Regulador del clima y la temperatura
Más allá de ser los grandes sumideros de carbono del planeta, los océanos y los mares también son responsables del clima. «Todos dependemos del medio marino», advierte Saborido. «Por ejemplo, el régimen de lluvias depende del medio marino», apostilla.

Una investigación del Centro Internacional de Ciencias Climáticas y Ambientales de China reveló que en los últimos 25 años, los océanos absorbieron el calor equivalente al generado por 3.600 millones de bombas atómicas.

Durante el día, los mares absorben la luz solar y retienen la energía, manteniendo un clima fresco, y lo liberan gradualmente por las noches manteniendo el equilibrio de la temperatura. En este proceso, el fitoplancton vuelve a adoptar un papel esencial tras absorber estos gases y ‘fijarlos’ al suelo, ya que sirve para regular la temperatura.

Además, no solo regula la temperatura en la costa, sino que también tiene su poder de influencia kilómetros tierra adentro. El mejor ejemplo es la corriente del Golfo que atraviesa el océano procedente del Golfo de México cargado de aguas cálidas. Al llegar a las Islas Británicas provoca cambios en la temperatura de Inglaterra y Escocia, proporcionándole un clima mucho más templado de lo que por sus latitudes deberían tener.

Pero y, a «pesar de que no hay muchos datos sobre las profundidades oceánicas», explica Saborido. «No tantas como tenemos en el medio terrestre», justifica, los signos de que algo no va bien son numerosas.

El pasado 2021 se cerró como uno de los ejercicios donde la superficie marina en algunos lugares del planeta alcanzó temperaturas muy por encima de la media. El aumento de la captura de gases de efecto invernadero está provocando que la energía almacenada en las profundidades no deje de crecer.

«El Mediterráneo se calienta un 20% más rápido que el resto de mares», «la superficie del Báltico aumentó cinco grados en 2021», «el Ártico se ‘atlantifica’». Son algunas de las alertas emitidas por los científicos en los últimos meses.

Alimentación y economía
Los mares son una de las grandes fuentes de alimento del planeta, donde cada año se producen alrededor de 59 millones de toneladas de pescados y mariscos. Cifra que la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, multiplica por dos para los próximos ejercicios ante el aumento de la población. «Los caladeros ya no están donde estaban», comenta el investigador del CSIC. «Llevamos años pescando en los mismos sitios y no encontramos nuevos», añade.

Biodiversidad
«Mucha gente va a la playa, pero no sabe qué pasa debajo», advierte Alexandra Cousteau. En las profundidades y no cotas tan altas se dan cita 250.000 especies conocidas y «muchas más que aún quedan por descubrir, ya que todavía no se han identificado más de dos tercios de las especies marinas del mundo», señala Naciones Unidas.

No obstante, las presiones que afectan negativamente a la biodiversidad marina socavan también y ponen en peligro el funcionamiento saludable del planeta y su capacidad para proporcionar los servicios que son necesarios para sobrevivir y prosperar.

Por ello, casi dos centenares de países han firmado el Convenio sobre la Diversidad Biológica bajo el auspicio de la ONU para vigilar «el drástico deterioro de la biodiversidad». El Convenio engloba tres objetivos complementarios entre sí: la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes y el reparto justo y equitativo de los beneficios derivados de la utilización de los recursos genéticos.

08-06-2022 | ABC – España

 

 

 

 

 

 

 

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