Es difícil poder expresar en unas pocas líneas una semblanza sobre aquellas personas que han influido en la cimentación de las bases, el fortalecimiento y crecimiento en nuestras carreras profesionales y, en cierto modo, en nuestras vidas. En el caso del Dr. Viramonte, es necesario realizarla desde una perspectiva múltiple, evidentemente interrelacionada: su labor docente y de investigación, su labor institucional y lógicamente su personalidad.
Cuando en el año 1991 llegué a la Universidad de Salta como becario doctoral de CONICET, en esos tiempos, José, director de mi beca, ya era "Viramonte" (casi con la misma edad que ahora yo tengo). Por aquellos tiempos existían varias otras formas de referirse al Dr. Viramonte…como "El Vira", "Joséeeee", “El Perro” (por su carácter vehemente, avasallador), uno que siempre me gustó mucho, importado desde la península Ibérica "El PAMPAS", el "Doc", el "Profe". Me quedo con este último, “El Profe”, el cual desde mi punto de vista sintetiza su legado de educador, de estimulador de la curiosidad, de ser “Ututo” [1], de buscador incansable de las respuestas en la naturaleza. También de su generosidad al momento de abrir y crear oportunidades, de comunicador de conocimientos y experiencias, resumiendo, cualidades que lo califican como maestro.
Al llegar este momento, donde a José le toca mirar “bastante” hacia atrás, puede ver claramente ese gran legado que nos deja. Aclaro que no es solo el "hacia atrás" sino también el hoy, ¡ya que continua más que activo!
Lejos de dejar horarios, deberes y saberes, y aún mejor el “hacia adelante”, a través de uno de sus principales logros: dejar un grupo local consolidado de investigadores, becarios, técnicos y amigos que se encargarán con creces en asegurar la continuidad y crecimiento de su labor iniciada hace más de 40 años.
También la huella de ese camino, principalmente a lo largo de nuestra querida Latinoamérica profunda, queda marcada por su vasto recorrido, en ocasiones un poco zigzagueante, titubeante, otras veces rectas y directas, pero siempre con un común denominador: una fuerte convicción hacia la obtención del conocimiento y, su transferencia, como así también el estrechar lazos de colaboración con numerosos colegas y estudiantes, desde la pasión por la geología integral. José se debe sentir muy orgulloso de este legado.
Quiero dejar una vivencia personal y en forma de acordar con el decir de "Profe" y ligar esta anécdota con uno de los padres de las Ciencias Geológicas, James Hutton y el principio de actualismo geológico. Allá por 1993 yo estaba en mi segundo año de tesis estudiando el volcanismo del Paleozoico Inferior y el "Profe" me invitó a participar de un trabajo de campo en la región del volcán Lascar. Sin previo aviso ocurrió un verdadero regalo de la naturaleza, una pequeña erupción vulcaniana. Luego de mi asombro inicial comencé a reflexionar sobre mi tema de beca y lo confundido y preocupado que estaba por el desarrollo de mi tesis.
Entonces le pregunté al Dr. Viramonte cuál era la razón por la que me llevaba a estudiar el volcanismo activo o reciente, si mi tema era 470 Ma de años más antiguo, y para colmo submarino (...y no era la primera vez, ya había estado en las islas Tenerife y Lanzarote en Canarias, Isla Decepción Antártida, Archipiélago Trindade-Martin Vaz, Olot, Copahue, todos volcanes activos). Entonces él me mira y me responde claramente… Tato… “primero tenés que aprender sobre los fenómenos actuales y claros, y de esa forma vas a tener la llave para dilucidar los fenómenos del pasado. Después de eso, ¡cambie de tema de doctorado!”
Solo quiero mostrar con esta vivencia dos cualidades del Dr. Viramonte que hoy sigue practicando: la generosidad al generar oportunidades y actividades que obligatoriamente convierten nuestro trabajo en una pasión. Para finalizar el relato, cabe aclarar que después de cambiar de tema de tesis, logré terminar con mi doctorado en Berlín, una de las experiencias más valiosas de vida junto con mi familia, sobre rocas aún más complicadas de entender.
José no sería ese "Profe" tan particular al cual me refiero si no hubiese transitado ese hermoso y envidiable camino, a partir de su temprano inicio como Geólogo, apenas con 22 años, allá por el año 1965. Desde esos tiempos, comenzó a forjar ese espíritu por el saber, no sólo por conocer la geología que tenía a mano sino también de otras partes del mundo.
Así recaló primero en España y luego en Nicaragua, donde nació su pasión sobre la volcanología, tomando a los volcanes como páginas que podían mostrarle los secretos sobre el funcionamiento de nuestro planeta, tanto en la superficie como en las profundidades. Algunas viejas fotografías, a las que he tenido acceso, permiten verlo al Doc hasta "luchando con los volcanes" para tratar de entenderlos y en otras, claramente disfrutando de su dinámica y sus productos.
Por otro lado, José vio a los volcanes también como fuente de recursos energéticos, hoy más trascendentes a partir de su carácter de renovables, no sólo como proceso geológico constructor, sino también desde su potencial fuerza destructora y el riesgo que ello implica a la sociedad. Desde esos tiempos ha generado y participado en forma incansable en numerosas actividades buscando siempre alcanzar el entendimiento del volcanismo en sus queridos Andes Centrales y en otras regiones.
Por ello el Dr. Viramonte constituye uno de los referentes sobre Volcanología y temas asociados para toda Latinoamérica y sus resultados publicados conforman material de consulta continua por la comunidad científica local e internacional.
Su espíritu de Gran Curioso lo traicionó y lo llevó también a incursionar en otras áreas del conocimiento, como son la hidrogeología, la valoración de recursos mineros, la aplicación de materiales volcánicos, la petrología de rocas ígneas y metamórficas, geofísica, sensores remotos, entre otros y, como si fuera poco, le quedó chico nuestro planeta y hoy se lo encuentra activamente participando en el principal proyecto astronómico del país, el radiotelescopio LLAMA, siguiendo el camino comenzado hace más de 40 años.
Así, pues, no debe extrañar una pluralidad en las líneas de investigación ejecutada de manera paralela durante todos los años de su carrera.
No quiero en este escrito hacer un recuento de su vasta trayectoria, solo he puntualizado algunos hechos que creo en cierta forma visualizan aspectos de su personalidad. Más bien, deseo en especial, como "víctima" de ello, destacar la vasta carrera docente y formación de recursos humanos, no sólo de grado sino de postgrado, y de dirección de tesis doctorales, que trascienden las fronteras de nuestro país.
Creo que el Dr. Viramonte tomó a lo largo de toda su carrera esta misión como primordial y le dio el carácter de pasión. De otra forma este objetivo no hubiese sido alcanzado con tanto éxito. Como ejemplo, cabe destacar el curso de postgrado de Volcanología de Campo de los Andes Centrales, a partir del cual se han formado más de 500 estudiantes del país y de toda Latinoamérica principalmente. A lo largo de estos años he tenido y tengo el placer de haberlo acompañado, junto al Chino Arnosio, en varias de sus ediciones.
Sin duda, escuchar dictar y ver dar clases al “Doc” en las alturas de la Puna, en ocasiones con condiciones adversas, con una gran, envidiable, contagiosa e ininterrumpida pasión, conforma para mí un patrimonio personal de gran valor, ya que acudo a esta foto interior cuando hago docencia y en aquellos que necesito reforzar ese aspecto vocacional que tiene nuestra Geología. Esto, seguramente ha influido en otros colegas o estudiantes que han tenido la oportunidad de trabajar o tomar clases con el “Doc”.
El Dr. Viramonte ha sido un actor fundamental en el desarrollo de una escuela de formación en temas de Volcanología, principalmente en nuestro país, pero también con un fuerte aporte a otros países de Latinoamérica. Durante su trayectoria ha puesto un gran esfuerzo y entusiasmo en la formación de discípulos, de los cuales, muchos continuaremos con el legado de la noble tarea de la docencia y la formación de recursos humanos.
En definitiva, José ha sido y es un formador de formadores. Hace unos días atrás, durante un almuerzo cotidiano, lo vi sacar un par de fotografías al numeroso grupo de investigadores jóvenes (y otros no tanto…), becarios y técnicos que conformamos hoy su grupo de trabajo, luego mencionó la siguiente frase: "esto es muy valioso" y creo percibí en ese momento que se daba cuenta del hermoso legado que estaba dejando y que sigue acrecentando.
La bondadosa huella construida también se refiere a aspectos institucionales, ya que ha contribuido tanto en el ámbito provincial, nacional e internacional a apoyar el fortalecimiento de organismos de gestión de Ciencia y Técnica, universitarios, y la creación de otros, como la ALVO, el Instituto GeoNorte, la Unidad de Recursos Geológicos y Geotérmicos del INENCO-CONICET, entre otros.
Cuando hacemos un análisis, tomando en conjunto la gran cantidad de logros y aportes realizados por el Dr. Viramonte y la inapreciable ayuda que favorece la perspectiva del tiempo, se puede observar que él mismo supo conformar a su alrededor un círculo virtuoso atemporal, donde la generación de conocimiento ha sido el hilo conductor, y por donde se mueven e interactúan la transferencia de conocimiento hacia la formación de recursos humanos y el beneficio de la sociedad, el fortalecimiento de las instituciones, la colaboración y participación, la generación de oportunidades y, por supuesto atravesado todo por su singular personalidad.
Larga trayectoria balanceada con aspectos personales principalmente con su amado grupo familiar, Marita su esposa, sus seis hijos y su gran continuidad asegurada por sus hermosos y queridos 19 o 20 nietos, ya no estoy seguro.
Para mí ha sido un orgullo escribir esta pequeña y sencilla semblanza sobre José, y confieso que he tardado mucho más tiempo del necesario en hacerlo, quizás la razón en parte haya sido, que no es poca tarea poder expresar en forma breve los muchos matices que se pueden resaltar después de tantos años de convivencia. Todo ello queda claramente expresado en la reseña que van a leer a continuación.
"Un maestro que afecta la eternidad; nunca se sabe dónde termina su influencia".
Henry Adams