SEMBLANZA DE JULIO BORRAJO FERNÁNDEZ
(1942 – 2024)
Hace unos días se nos fue el querido gallego Borrajo, Profesor en la Facultad de Ingeniería (UNMDP) desde 1975 hasta su jubilación e investigador en INTEMA desde los inicios del Instituto. Hace unos meses lo invitamos a escribir su reseña pero no tuvimos éxito. Su gran humildad actuó como una barrera infranqueable y su fallecimiento repentino nos dejó sin posibilidad de insistencia. Esta semblanza se basa en recuerdos personales y aspectos de su personalidad y trayectoria, desde dos miradas diferentes.
Fui uno de los tantos afortunados que conocimos a Julio. Tomé su curso de Termodinámica en 1976 con Julio, el profesor nuevo que se incorporaba al plantel docente de Ingeniería Química en la UNMdP. Yo tenía entonces 18 años y su compañía prosiguió hasta hoy a mis 66 años.
Julio fue una persona íntegra, de principios firmes, un hombre generoso y modesto, siempre pensando que algún otro lo podría hacer mejor cuando era claramente "el" consultor en su área. Como alumnos, entendimos la entrega y la firme voluntad de enseñar y acompañar nuestro desarrollo. Más tarde lo vimos como becarios de "Polímeros" y como muchos recordaron estos días: preparando un mate a la hora de la merienda y preguntado a cada uno, ¿cómo andás? ¿qué estás haciendo ahora?
Fue un hombre bueno, alegre, con ganas de bromear (sobre todo cuando aún éramos poquitos en el grupo), con una charla amena que invitaba a reflexionar y no sólo de Termodinámica o polímeros sino de la vida en general. Creo que todos apreciábamos esos ratos con Julio.
Yo tuve la suerte de llevar adelante mi trabajo de beca (cuando todavía no existía el doctorado en la UNMdP) bajo la dirección del Dr. R.J.J. Williams y de Julio en el laboratorio. La paciencia y confianza de ese hombre conmigo fueron inacabables, cuando me tuvo que enseñar (mis habilidades eran definitivamente de ingeniera y no de química) a manejarme en el lab (varios termómetros de los viejos de mercurio lo atestiguan). Me acompañó en el trabajo desarrollando los aparatos/engendros más imaginativos que se puedan concebir para llevar adelante un estudio aplicado. Recuerdo cuando salimos a comprar un tubo metálico de unos 50cm de diámetro a lo de un chatarrero para hacer una especie de volquete que nos permitiera revestir arena con una resina fenólica. Y el volquete que se ubicaba en ángulo con la horizontal, tenía una banda elástica y giraba sobre ... un patín en desuso de unos de sus hijos. Aquí nos ayudó el infaltable Juan Asarou que era nuestro técnico mecánico hace-todo en ese entonces. Créase o no, el engendro funcionó y muy bien. Años más tarde co-dirigimos nuevos becarios y él siguió mostrando su sabiduría y su originalidad de propuestas: además de algunos trabajos que incluyeron la separación de fases durante la polimerización, fue él quien propuso trabajar con taninos y más tarde con aceites vegetales, un tema que continuamos todavía en Ecomateriales (INTEMA).
Para mí, Julio fue un ejemplo en docencia, y aunque siempre decía que había que aprender a decir que no, creo que él nunca lo aprendió, al menos con sus alumnos.
Se convirtió rápidamente en una figura paternal que me acompañó también en la vida: fue mi testigo de casamiento, por supuesto estuvo en la fiesta y bailó conmigo el vals de rigor; acompañó con Celina, su esposa, nuestras fiestas familiares, aniversarios, cumpleaños de mis hijos... Padrazo, no podía evitar invitar a mis hijos a comerse un alfajor de chocolate cada vez que yo llevaba alguno al trabajo. Él decía con mirada traviesa que le encantaba verlos con la cara manchada de chocolate y radiante de disfrute.
Lo voy a extrañar, junto a todos los que lo conocimos, lo voy a extrañar. Pero sus enseñanzas, su amor y alegría van a ayudar a que lo recordemos siempre con una sonrisa de agradecimiento. Un beso Julio, puede estar muy orgulloso, lo hizo muy bien!
Nacido en una aldea cercana a Ourense (Galicia), Julio llegó a nuestro país con su familia, en edad de escuela primaria. El apodo “gallego” con el que designamos en nuestra tierra a cualquier español se correspondía en este caso con la realidad de su lugar de nacimiento. El recuerdo de la tierra natal se refleja en un encuentro casual que tuvimos en la ciudad de Vigo en 1992, año en que se celebró en esa ciudad el 1er Congreso Iberoamericano de Polímeros. Ambos participamos pero viajamos y nos hospedamos en forma separada. El día previo al inicio del congreso yo paseaba por la ribera marítima de la ciudad e, inesperadamente, lo encuentro a Julio sentado en un banco contemplando el mar. Con un dejo de nostalgia me contó que desde ese puerto había salido el barco con el que viajó con su familia a Buenos Aires. Morriña en su máxima expresión.
Conocí al gallego en la década del 60, durante nuestra época de estudiantes de Licenciatura en Química en la entonces Facultad de Química y Farmacia de la Universidad Nacional de La Plata. Nos encontramos como Ayudantes Alumnos en la Cátedra de Química Inorgánica y, con el tiempo, formamos un grupo de amigos que en vacaciones partíamos al sur con una mochila al hombro. Nuestros caminos se bifurcaron durante unos años hasta que a fines de 1975 ambos recibimos una oferta para desempeñarnos como Profesores con dedicación exclusiva en el Departamento de Ingeniería Química de la, entonces, Universidad Provincial de Mar del Plata. El viaje lo hicimos juntos en su Renault Gordini (conmigo al volante; no recuerdo bien el porqué). En ese momento el viaje desde La Plata duraba unas 6-7 horas, tiempo que empleamos para analizar qué posibilidades teníamos de iniciar una línea de investigación desde cero en el nuevo destino. Julio propuso que nos dediquemos al área de Polímeros ya que era importante a nivel industrial y contaba con escasa actividad de investigación en el país. Ya que no disponíamos de subsidios ni instrumental afiné su idea para que comenzáramos con las resinas fenólicas que podríamos sintetizar con equipamiento básico y reactivos baratos. Y así comenzó el desarrollo del área de Polímeros en Mar del Plata. Con el tiempo se complementó con un incipiente grupo de investigación en Catálisis y pequeños grupos del Departamento de Ingeniería Mecánica (Fundiciones, Soldadura, Corrosión), para dar origen al INTEMA en 1982.
De su extensa trayectoria docente, destaco su maestría en la enseñanza de la Termodinámica, una disciplina básica de la Carrera, a varias generaciones de Ingenieros Químicos egresados de Mar del Plata. Además, le puso el cuerpo a distintos cargos de gestión. Fue el primer Secretario Académico de la Facultad en el período de normalización cuando se recuperó la democracia en el país. Luego fue Director del Departamento de Ingeniería Química y miembro de los distintos estamentos de gobierno de la Facultad (Consejo Académico) y de la Universidad (Consejo Superior y Asamblea Universitaria). Fue Director del INTEMA (UNMDP-CONICET) e integrante de distintas comisiones del CONICET, organismo en el que se desempeñaba como Investigador Principal en el momento de su jubilación,
Su aporte al desarrollo de las actividades de investigación en el área de Polímeros fue altamente destacable. En los primeros tiempos, cuando no contábamos con subsidios importantes ni instrumental científico específico, la creatividad experimental de Julio fue esencial para generar las primeras publicaciones y acciones de transferencia al sector industrial. Durante la década del 80 habíamos crecido significativamente, incorporando distinta familias de polímeros entrecruzados (epoxis, poliéster insaturado, poliuretanos) a nuestros estudios. El crecimiento derivó en la necesidad de espacio de oficinas que se logró con una construcción de madera en un entrepiso (uno de nuestros primeros técnicos, Juan Asarou, trabajó a destajo en su construcción). A este nuevo espacio, denominado Fuerte Apache, nos mudamos con Julio y compartimos la oficina hasta su jubilación.
Una forma habitual de reseñar la trayectoria científica de un investigador es a través del número de publicaciones, las citas obtenidas y el índice h. Esta información puede ser tomada como un proxy pero no contesta la única pregunta importante sobre su trabajo: ¿Cuál fue su aporte más trascendente a la disciplina en que desarrolló su actividad? En su caso y en mi visión personal, la respuesta es nítida. Julio desarrolló los modelos termodinámicos de soluciones de uno o más solutos (polímeros lineales, copolímeros en bloques, cristales líquidos, nanopartículas) en solventes reactivos (monómeros que producen un polímero entrecruzado durante la reacción de polimerización). Estos modelos predicen las regiones de estabilidad, metaestabilidad e inestabilidad de las soluciones en función de la conversión de la reacción así como la evolución de las composiciones de equilibrio de las fases generadas, separaciones secundarias, etc. Los modelos termodinámicos se combinaron con modelos estadísticos de la reacción de polimerización, la consideración de transiciones críticas (gelación, vitrificación), la dinámica de la separación de fases (nucleación-crecimiento vs. descomposición espinodal), generando un paquete computacional capaz de predecir o explicar las morfologías generadas en una separación de fases inducida por la reacción de polimerización. Los materiales generados de esta manera tienen propiedades mecánicas u ópticas relevantes y un amplio uso en aplicaciones industriales. La posibilidad de modelar la separación de fases en sistemas específicos generó varias cooperaciones internacionales. En particular, originamos un gran número de publicaciones con un grupo de Lyon (dirigido por J. P. Pascault). El gallego Borrajo pasó a ser conocido como Julió Bogajó!, el termodinámico del grupo argentino.
No quiero finalizar esta breve semblanza de Julio sin mencionar algunos aspectos de su calidad humana. En primer lugar destaco su humildad, un rasgo no común entre científicos acostumbrados a ver el mundo desde su pequeño pedestal. Siempre dispuesto a colaborar para resolver problemas de cualquier tipo, con su habitual calma y tranquilidad. Padre de ocho hijos y abuelo de un gran número de nietos a los que visitaba con su mujer en recorridas periódicas por distintas regiones del país y el exterior. En fin, un amigo querible al que recordaremos con nostalgia por los momentos compartidos.