Recientemente nos dejó una persona que fue consistente en sus esfuerzos por comprender y hacer entender a los jóvenes, y a la sociedad en general, la relevancia que adquiere un país cuando se concretan esfuerzos por sostener ciencia competitiva y aplicar el conocimiento que ella genera a la innovación intelectual y técnica para, de esa forma, propender al desarrollo económico de sus ciudadanos.
Maiztegui falleció a los 98 años de edad. La Argentina despidió a una persona que dedicó su vida a difundir didácticamente el conocimiento de la física, adquirido a través del quehacer científico. Ese deseo lo dirigió particularmente a la población joven y se manifiesta a través de sus libros, talleres, y actividades de enseñanza divulgando el conocimiento provisto por la ciencia y su eventual aplicación al desarrollo de tecnología.
En 1955 J.A. Balseiro en colaboración con E. Gaviola consiguen, con el apoyo de la Comisión de Energía Atómica, que se instale el hoy reconocido internacionalmente Instituto Balseiro. Gaviola se retira tempranamente del proyecto y Maiztegui con su familia se instala junto con unos pocos profesores en las instalaciones del Instituto Balseiro. Maiztegui y su familia fueron grandes amigos de la familia Balseiro. En esos primeros años, Balseiro, además de la actividad en el campo de la enseñanza y la administación del Instituto, fue el Director de tesis doctoral en Física de Alberto Maiztegui.
Maiztegui comprendió, ya en su juventud, que el traspaso del conocimiento que provee la actividad científica a la comunidad estudiantil debe basarse en un aprendizaje primario aunque sólido: reconocer lo esencial para ser capaz de transmitir lo importante, siguiendo un método riguroso pero accesible a la edad joven. Esta es la motivación de Maiztegui, que se originó a edad temprana y marcó un camino a seguir encarando con seriedad y valentía una vida de crecimiento en base a honestidad intelectual y material. Maiztegui buscaba una formación sólida que le permitiera poner en funcionamiento sus aspiraciones como docente, en función del conocimiento y base científica bien fundada.
Maiztegui, contando con la comprensión y apoyo de su esposa que le acompañó desde su joven casamiento y ya con su primera hija, quiso entender los procesos básicos que hacen de la física la ciencia dedicada a descubrir y entender el funcionamiento de una buena parte de los mecanismos que rigen el progreso industrial. En ese camino de busqueda Maiztegui se aproximó a uno de los más brillantes físicos que ha tenido la Argentina, Enrique Gaviola, a la sazón en el observatorio astronómico de Córdoba. Este, con la eventual compañía del prestigioso investigador Dr. Guido Beck, guiaron a Maiztegui para iniciar una carrera en el área de investigación científica. Es en este ambiente de estudio e investigación que Maiztegui conoce al que será excelente amigo y apoyo en su carrera profesional, José Antonio Balseiro.
Maiztegui se decidió a hacer una tesis doctoral como paso necesario para entender y profundizar sus conocimientos a través de la investigación y así poder transmitir a los jóvenes lectores y aprendices de sus clases y libros, no sólo qué es la física sino cómo se construye y cómo la ciencia abre caminos que llevan al conocimiento de la naturaleza en sus variados aspectos y desafíos. Balseiro se convirtió en el director de su tesis doctoral. Durante su estadía en Bariloche Maiztegui se hizo cargo de la enseñanza de la física experimental básica en los primeros semestres de la carrera de física. Su calidad humana y la gentileza de él y su familia en el trato a colegas y alumnos permitieron que yo y mi futura esposa tuviésemos el privilegio de gozar con ellos y sus jóvenes hijos un cierto grado de integración familiar, sostenido a través de los años.
Alberto Maiztegui y familia se alejaron de Bariloche en 1961. A partir de allí inicio una exitosa y difícil tarea administrativa y formativa en el Instituto de Física de la Universida de Córdoba (IMAF) y fue miembro de la Academia Nacional de Córdoba y presidente de esa institución durante épocas de dificultad política y económica. Fueron tiempos difíciles y con su decisión y el apoyo de su querida familia fue capaz de sostener la existencia de actividad tanto en el IMAF de la Universidad de Córdoba como tareas de difusión de la ciencia a través de la Academia Nacional de Ciencia. Hay muchas otras personas que pueden dar información mejor que yo sobre esa época de trabajo exitoso de A. Maiztegui.
Es importante mencionar que pocos días, semanas, antes de fallecer Maiztegui hizo llamadas telefónicas a varios de sus discípulos y amigos que aun residimos en Bariloche. No mostró ningún temor ante lo cercano que estaba su fallecimiento. Fue una serena despedida.