El Dr Sergio Archangelsky nos ha dejado recientemente, en julio 2022, luego de una larga vida dedicada a la ciencia y a la docencia, en afectuosa relación con alumnos y colegas.
Sergio nació en 1931 en Casablanca, en una familia de emigrantes rusos que conservaron siempre sus tradiciones. A sus 5 años se trasladaron a Argentina, y su padre, que era ingeniero, se incorporó a Yacimientos Petrolíferos Fiscales, con sede en Comodoro Rivadavia. Allí Sergio estuvo tempranamente expuesto a ese mundo de geólogos, petroleros, ingenieros, y paleontólogos, que exploraban regiones remotas, desconocidas para la ciencia, y de escasa o nula población, y allí se despertó su vocación por la Geología y la Paleontología.
En 1943 la familia se radicó en Buenos Aires, y Sergio cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. Fueron años de intensa actividad en los que adquirió una sólida base científica y humanística, y cultivó notables intereses artísticos.
Hacia 1949 ingresó a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), de la UBA, para estudiar Ciencias Naturales, con orientación Geología. Allí tuvo profesores notables, que prestigiaban a la Institución, como Horacio Harrington, Armando Leanza y Alberto Castellanos. Este último dictaba la materia Botánica, y lo aceptó en su Cátedra, lo que fue decisivo en su decisión de elegir la Paleobotánica entre las disciplinas paleontológicas. Pero además Castellanos ejerció, a través del ejemplo cotidiano, una profunda influencia en Sergio, científica, intelectual, y ética, que nos transmitió a sus estudiantes.
Los años de estudiante secundario y universitario, en el Colegio y la Facultad, ambos en la Manzana de las Luces, a dos cuadras de Plaza de Mayo, fueron tiempo de inestabilidad institucional, política y educativa. Los finales de la Segunda Guerra Mundial, revoluciones militares y cambios políticos profundos, afectaron las instituciones y los estudios. Sergio, que debía pasar frecuentemente por esa Plaza, vivió de primera mano todos estos sucesos. Los que, tal vez por contraste, le generaron claras ideas democráticos, y conceptos de respeto por las instituciones, las leyes, y las ideas del prójimo.
El primer destino de su actividad profesional fue el Instituto Miguel Lillo, en la Universidad Nacional de Tucumán, al que llegó a sus 25 años, y donde comenzó su tarea de organizador de cursos paleontológicos y fundador de colecciones paleobotánicas. Publicó varios trabajos, y el primero, sobre plantas fósiles del Pérmico, fue publicado en Ciencia e Investigación 1955(11):509. En Tucumán dirigió la tesis de su primer discípulo, el Dr Rafael Herbst, quien fuera desde entonces su amigo y colega. Con Herbst realizaron míticos viajes de campaña, desde Tucumán hasta Santa Cuz, en precarias camionetas oficiales, sobre rutas de tierra, para coleccionar floras fósiles del Pérmico, Triásico y Jurásico.
También en Tucumán se casó con Pepita Ballester, compañera de algunos viajes de estudio, y su compañera para toda la vida.
Poco después hizo su primer viaje al exterior, con una beca del British Council, a Glasgow y Reading, relacionándose con la primera línea de investigaciones paleobotánicas, y conociendo los entonces novedosos estudios de cutículas y polen fósil, que luego desarrollaría de forma pionera en Argentina.
Archangelsky reconoció siempre la importancia del contacto permanente con los líderes de la disciplina a nivel mundial, a través de viajes, congresos y visitas, y continuó con esos contactos durante toda su carrera. Sostenía que nada reemplazaba el contacto personal con colegas, y que la exposición internacional establecía niveles mínimos de calidad a los que se debe aspirar. Y no simpatizaba con quienes, por esos años, aún lograban eludir esas pruebas.
A su regreso, Sergio fue invitado por el Museo de La Plata (MLP), de la Universidad Nacional de La Plata, para reorganizar la cátedra de Paleobotánica.
En ese Museo creó nuevos cursos y formó numerosos discípulos, que nos acercábamos desde varias provincias, de Chile y Brasil, entre los que me honra estar. Como docente, sufría la falta de bibliograga. Sólo se contaba con unos pocos textos europeos, ya antiguos, en otros idiomas, y que ignoraban las (novedosas) floras australes. Para solucionarlo, puso manos a la obra, como siempre hacía. Redactó el texto “Fundamentos de Paleobotánica” editado por el mismo Museo (1970), que fue el primero en idioma castellano, único por muchos años, y cabecera de todos los cursos de Paleobotánica que se dieron en América del Sur.
Tal vez lo más notable fue la reorganización que hizo de la vasta Colección Paleobotánica que se hallaba abandonada desde que su fundador, Joaquino Frenguelli, tuvo que renunciar. Sergio separó la colección de plantas, que se hallaba intercalada con otra de Invertebrados, revisó los especímenes uno por uno, unificó los registros, determinó a género o especie la mayor parte de ellos, y luego, a lo largo de varios años, contribuyó significativamente a su crecimiento, transformándola en la más importante del país.
Durante los años 1970 las turbulencias políticas continuaban, y Sergio comenzó a recibir amenazas anónimas, que lo decidieron a involucrarse en la formación de una institución dependiente del Conicet. La mismo se concretó con la creación del Instituto CIRGEO, en el que Sergio dirigía la Unidad de Paleobotánica y Palinología. Nuevamente, creó una nueva colección, que llegó a varios miles de especímenes, continuó con sus tareas formativas con becarios argentinos y extranjeros, y dió cursos en la UBA y en Brasil. Desarrolló estudios palinológicos, que le permitieron brindar un servicio a YPF, e introdujo en el país los estudios geoquímicos de madurez de materia orgánica, importantes para determinar posibilidades de existencia de hidrocarburos.
Por segunda vez viajó para una estadía en el exterior, esta vez a Ohio State University, invitado por el Dr Thomas Taylor en calidad de Profesor Visitante Distinguido. Allí desarrolló algunos de los primeros estudios internacionales de ultraestructura molecular en cutículas fósiles, línea que luego continuó en Argentina, formando discípulos. Como resultado adicional, promovió y concretó un activo intercambio de investigadores y doctorandos, y de varios colegas del exterior líderes en sus especialidades.
De sus muchos viajes al exterior, las dos estadías en Gran Bretaña y Ohio fueron las más importantes, le dieron empuje para grandes logros, y beneficiaron a sus discípulos, otros investigadores y a varias instituciones científicas argentinas.
Otro gran logro fue la organización en CIRGEO de una Biblioteca Paleobotánica. En una época de ciencia analógica, Sergio tuvo siempre muy al día su biblioteca personal, con sus viajes y su activa correspondencia con colegas de todo el mundo. De hecho, esa biblioteca fue una fuente de consulta obligada de todos sus discípulos, a los que estimulaba para que formaran activamente la propia. En CIRGEO pudo impulsar una biblioteca institucional especializada en Paleobotánica y de primera línea, con suscripciones a todas las revistas internacionales de punta, números atrasados, obras antiguas y publicaciones regionales, a veces tan difíciles de conseguir como las europeas.
Hacia 1985 Sergio se estableció en el MACN, como investigador y Curador de su colección, y más tarde como Jefe del Área Paleobotánica. Fue un período muy productivo, con formación de discípulos, participación en Congresos y, nuevamente, reorganización de la Colección Paleobotánica existente.
Como en el caso del Museo de La Plata, revisó la colección y determinó espécimen por espécimen, que fueron registrados adecuadamente. Además, se ocupó activamente de dotarla de espacio, moblaje adecuado, instrumental y personal permanente.
Pero, además, con su actividad influyó en todas las otras colecciones, biológicas y paleontológicas del Museo. En una ocasión, derivó parte de sus subsidios de investigación (con todas las autorizaciones debidas) a la compra de modernos muebles adecuados para la conservación de los especímenes de la colección, que donó al Museo, pero comprometiéndolo a una política de renovación del moblaje de toda la Institución, para beneficio de todo el Museo.
La palabra y la experiencia de Sergio fueron decisivas también a la hora de institucionalizar todas esas colecciones. Algunas de ellas tenían una larga trayectoria y un reconocimiento internacional, pero otras se habían discontinuado, o eran más recientes y se mantenían con el esfuerzo de su organizador. Sergio destacó en reuniones de curadores el mandato de que el MACN fuera Repositorio de las Colecciones Nacionales de Argentina, dándole siglas, nombres y normas de acuerdo a códigos y usos internacionales, y estableciendo normas de uso y personal adecuado, lo que mejoró todas las colecciones de la institución.
En esa etapa de madurez su laboratorio era visitado por colegas de muchos países, y tuvo activa participación internacional y distinciones honoríficas, como Investigador Emérito de Conicet, Presidente Honorario del XVI Congreso Internacional de Botánica, o Presidente Honorario de la VII Conferencia Internacional de Paleobotánica, entre otros reconocimientos.
A lo largo de toda su vida fue activo también en la promoción de Asociaciones profesionales y Revistas. Nos hemos enterado recientemente que, cuando aún era estudiante, fue fundador de Centro de Estudiantes de Ciencias Naturales (CECN), en la FCEN, UBA, y colaborador de la histórica Revista Holmbergia, que publicaba ese Centro, sobre temas científicos y educacionales. Fue uno de los primeros miembros de la Asociación Paleontológica Argentina, y Director de su Revista Ameghiniana. Sergio regularizó esta publicación, iniciando una curva ascendente que la ha llevado a estar hoy entre las mejores revistas internacionales de su especialidad. También fue fundador de la Asociación Latinoamericana de Paleobotánica y Palinología e impulsor de sus Congresos, y Presidente o miembro relevante en la International Organización of Paleobotany, y la International Paleontological Association, editor de la Review of Paleobotany and Palynology, y muchas otras. En las instituciones donde trabajó, fue director de sus revistas Acta Geológica Lilloana, Revista del Museo de La Plata, y Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.
El detalle de sus logros sería imposible de enumerar, y no corresponde en esta semblanza, pero puede hallarse en las referencias que se dan más abajo. El listado de sus más de 270 publicaciones puede hallarse en hops://palaeobotany.org/wp-content/uploads/IOP-Newsleoer-129.pdf
La vida de Sergio tuvo, además de su dimensión científica, una dimensión artística que lo acompañó toda la vida. Durante su infancia y juventud estudió y ejecutó música, en especial canto y piano, y durante mucho tiempo dudó si dedicarse profesionalmente a la ciencia o a la música. Estudió con Roberto Castro y Alberto Ginastera, y tocó con Alberto Lisy, de quien fue amigo personal. Pero, aunque eligió la ciencia nunca abandonó la música, y siempre conservó el placer de tocar su piano. Recuerdo algunas sus charlas con su becario Murilo de Lima, Porto Alegre, sobre el período barroco, y sus bromas estimulantes sobre mi incipiente formación musical. Recuerdo también un viaje de campo, por 1970, cuando eran novedad los pequeños grabadores portátiles a casete, y Sergio quiso probarlos como herramienta para la descripción de perfiles. La experiencia no resultó, pero nos permitió escuchar en las soledades de Paso del Sapo, Chubut, Recóndita armonía, casi toda Tosca, y otras piezas clásicas.
Sergio fue investigador en el Museo hasta sus últimos años, y luego de retirado continuó viniendo para colaborar con sus discípulos. Incluso cuando ya no podía viajar y su esposa lo traía en automóvil.
Tuve el privilegio de estar toda la vida muy cercano a Sergio. Fui su becario y doctorando en el Museo de La Plata, e investigador asociado cuando dirigía el Cirgeo. Me brindó orientación cuando estuve en la UBA, y fue un consejero constante y generoso, en lo científico y humano cuando me tocó dirigir el MACN.
En los últimos años su salud había desmejorado, no podía concurrir a congresos o reuniones grandes, y debía poner mucha atención a su cuidado. Se nos fue cuando menos lo esperábamos, pero lo recordaremos siempre.
Archangelsky, S. 1955. Sobre la flora de Glossopteris y su importancia para la Argentina. Ciencia e Investigación 11: 506-508
Del Fueyo G (2022) Obituary: Sergio Archangelsky. IOP NEWSLETTER 129 November 2022
Del Fueyo G., Zamaloa M. C., Gandolfo M. A. (2023) In Memoriam: Sergio Archangelsky (1931–2022). Review of Palaeobotany and Palynology 311 (2023) 10485
https://palaeobotany.org/wp-content/uploads/IOP-Newsleoer-129.pdf
(http://revista.macn.gob.ar/ojs/index.php/RevMus/arScle/view/799/ 624)